Thursday, January 3, 2008

Nieve en Masella

¡Vaya Navidades que me estoy pegando! Si en el anterior post contaba cosas del mar, ahora toca la montaña. En concreto ayer nos fuimos siete amigos a esquiar a la estación de Masella, en el pirineo catalán. Con este ritmo de descanso forzado estoy consiguiendo de verdad olvidar el trepidente primer trimestre del IESE... pero ¡ojo!, que ya se acerca el segundo, jajaja.

Amaneció un día impresionante de sol. MeteoCat amenazaba con que a mediodía la situación variaría considerablemente. ¡A ver qué pasaba! Para empezar, levantada a las 6:00 (¡qué curioso, la hora a la que más o menos me había acostado el día anterior!), para llegar prontito a las pistas y aprovechar bien el día. Salí de casa con los bolsillos bien cargados de cacahuetes, mandarinas y todo tipo de caramelos. Una vez en la estación, los que teníamos que alquilar material, como Joan y yo, nos fuimos a la tienda de turno.
Una vez pertrechados, nos fuimos para arriba. ¡Vaya sol! ¡Qué pasada! Sin embargo, en la primera bajada, ¡qué digo!, a los 100 metros de salir, tuvo lugar el primer accidente del día (y único de entidad): Kiko tuvo que esquivar a la típica cadena de paquetes (como yo) y se dio un buen golpe contra el suelo. Resultado: luxación del hombro. Nono le acompañó, una vez le dejaron en la camilla, al dispensario a que le pusieran el hombro en su sitio al pobre. ¡Vaya manera de empezar! En fin, el resto poco más podíamos hacer, así que continuamos la bajada. El accidente explica que en la primera foto de equipo sólo aparezcamos cuatro (otro Joan hacía la foto). De izquierda a derecha, un servidor, Joan, Pablo e Íñigo. ¡Tanto Joan es un fastidio, jajaja!Gracias a Dios, MeteoCat (el Servei Meteorològic de Catalunya) se equivocó, con lo que la tormenta se esperó a que terminásemos de esquiar, sobre las 5 de la tarde. Por tanto, salvo en lo que se refiere al tortazo, fue un día brillante. Aquí, Pablo y yo durante un break recuperador.Esta otra con Joan, subiendo en uno de los telesillas.Y por último, para que no se espante, el menda lerenda. En resumidas cuentas, un día formidable y, de seguro, otro buen puñado de neuronas regeneradas de cara a lo que se nos viene encima en breve.

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