Thursday, September 4, 2008

El Gran Brown Dispatcher & The Lord of the Keys

Soy bien consciente de que es la segunda vez en muy poco tiempo que utilizo una subordinada conjuntiva para dar título a una entrada, y de las consecuencias que de ello se derivan: básicamente, ninguna. Pero lo he hecho-pecho con el propósito de enlazar de alguna manera ambos posts, ya que sus protagonistas son los mismos. Sólo cambian los apodos, y el orden en el que aparecen en el título: ahora la Boca de Saulón (entonces quedamos en que ése era yo, ego, o sea, mí) se ha convertido en The Lord of the Keys, y el Señor de los Armarios en el Gran Brown Dispatcher (el GBD a partir de aquí, que si no es un rollo). Otra manera de relacionarlos es la sutilérrima referencia, que todos habréis captado, al libro de J.R.R.Q.J.T.F.K.L.N.R Tolkien que aparece en ambos casos. Pero en este triste relato que, como bien decía el poeta Platini en sus famosos versos:
supera con creces la imaginación más enmarronadora
de cualquier gerente de una gran consultora
Saulo y mí compartiremos el podio con un nuevo papel superestelar: Paul, otro IESE venido de la bienhechora Irlanda, si bien por su aspecto podría ser perfectamente la mano derecha de William Wallace.

Todo comienza el día en el que acepté el marrón. Y es que no se veía tan marrón ese día. Era un día más bien amarillo, con el típico bochorno de un bochornoso día en el verano barcelonés. No recuerdo si fue por teléfono, por email o cara a cara, pero de alguna manera acepté custodiar las llaves del piso de Diego hasta que él llegara de su Internship en Norecuerdodónde. Hasta entonces habían estado en poder del GBD, pero éste último y su señora (que nada tuvo que ver en este entuerto) partían de Barcelona en dirección Madrid-Chicago, y lógicamente a alguien tenían que dejarle las llaves porque, otherwise, el marrón (en este caso para Diego) hubiera sido bastante mayor. Y ese alguien, ahora investido con el título de The Lord of the Keys (y la baronía de Eat Browningham), soy lógicamente yo. Acepté de buen grado: ¿qué mal podía hacerme la custodia de unas simples llaves? Además, hacer un favor al GBD es uno de mis deportes favoritos, jejeje.

Pero me equivoqué. Al GBD le moló eso de soltar lastre, de tal manera que el día en que quedamos a comer para despedirnos, además de enseñarme cómo llevaba el coche tuneado al más puro estilo Paso-del-Estrecho (es decir, petao de bártulos hasta arriba), me dejó de recuerdo otras llaves... Curiosas llaves, con la siguiente inscripción:

Unas Llaves para dominarlos a todos.
Unas Llaves para encontrarlos.
Unas Llaves para atraerlos a todos,
y atarlos a las tinieblas
Vaya, vaya... En fin, bueno, pues venga, otras más. ¿Estas de quién son? Pregunté. De Panchito (mejor ocultar el verdadero nombre, jejeje). Pues nada, al zurrón con ellas. Buen viaje, GBD; buen viaje Carla... Ojo con la conducción, ¿eh? Y así, de una manera tan simple, sin micros ni cámaras, se cerró el traspaso de aquel Objeto... que enseguida comenzaría a dar muestras de su poder mágico. Se suponía que yo únicamente debía guardarlas hasta que Panchito, que creo que estaba de viaje en plan Willy Fog por ahí por el mundo, viniera a por ellas. Ingenuo de mí... Pronto caería en la cuenta de mi error. Tan pronto como que pocos días después recibí el siguiente mail, que transcribo íntegramente:

From: Panchito
Sent: Tue 9/2/2008 18:34
To: E.
Subject: RE: Your own apartment 600 Euro (September)

E.,

I found the keys. Give Gonzalo a call at +34 6-- --- ---. You can pick up the keys and check out the place. If you like it, keep the keys and move in whenever. If not, please return the keys to Gonzalo so someone else can look at it tomorrow.

I will try to give you a call shortly.

best,
Panchito

Bueno, yo sólo estaba en copia de esta fantástica conversación, en la que Panchito le cuenta a una tal E. que por fin ha encontrado las llaves de su apartamento, que las tiene Gonzalo (o sea, mí). Le da mi móvil, por supuesto, y le dice que quede conmigo para recoger las llaves y que, en caso de no gustarle el apartamento, quede conmigo de nuevo para devolvérmelas y que así otra persona pueda iniciar el proceso. A todo esto, Gonzalo no sabe quién es Panchito, ni por supuesto quién es E., ni dónde coño está el dichoso piso..., pero esto se pone interesante.
A E. no debió gustarle demasiado la oferta, porque al día siguiente Panchito me mandó un segundo cliente. En este segundo en-cargo al menos ya aparecía mi nombre asociado a un cargo: Panchito me ha nombrado keeper of the keys (aunque yo preferiré seguir con el tolkieniano Lord of the...):

Paul,

If you want the place for September it's yours. Since you will be up well before me tomorrow give Gonzalo a call at +34 6-- --- --- (cc'd above). He is keeper of the keys. Check it out and if you like it you can move in tomorrow.... if that's soon enough.

Just understand that for 600 Euro it is a small place.
Meaning one room studio or as they say in real estate it's "cute".

Will call to see how it went tomorrow.

¡Venga! Otra vez mi móvil... ¿y por qué no lo publica en el BOE? Pero esta vez sí conocía al cliente: ¡bienvenido Paul, a nuestro relato épico! Paul y yo hemos coincidido en el tercer trimestre en el equipo A9. Por eso rápidamente le envié un correo invitándole al LOW (Lunch of the Week, por si no lo recordabas) que tendría lugar al día siguiente, pensando en aprovechar y deshacerme definitivamente de las llaves. Sin embargo me contestó diciéndome que iba a pasarse todo ese día buscando piso, y que le sería imposible quedar a comer. ¡Toma! Eso ya lo sé, pensé yo. ¡Un momento! Quizá no sabe que el Gonzalo del que habla Panchito soy yo, y por eso... No, no puede ser tan... o sea, habrá visto la dirección y sabe que soy yo, pero aun así no podrá quedar. Por si acaso al día siguiente metí las llaves en el bolsillo. Estaban frías, y la inscripción prácticamente había desaparecido... Pesaban bastante, o eso me pareció.
Llego el día D, y con él el LOW (ya contaré, hay fotos wapas wapas). Como no podía ser de otra forma, en plena comida me sonó el móvil: Hello! Gonsalo? Era Paul, inconfundible. Típica conversación de ¡Ah! ¿Pero, eras tú? y entonces algo así como si lo llego a saber y todo eso, que no lleva a nada más que a darse cabezazos contra la pared. Siendo otro le hubiera mandado a mi casa a por las llaves a la hora en que yo desembarcara del curro, pero a Paul... Paul, where are you right now? En fin, que quedamos a la salida de mi trabajo, sí, pero por donde él estaba, en Plaça Catalunya, que en el fondo no me pillaba tan mal. Pero eso no era nada, lo mejor estaba por llegar.
Al salir de Highgrowth, cogí la moto y bajé Balmes a toda máquina para llegar a la cita. Según me acercaba a mi Destino, el peso de las llaves se me hacía más y más insoportable... Habíamos quedado en la parada del Bicing que hay en el lado de la plaza más lejano al mar. Le distinguí enseguida en el lugar indicado y es que, como os dije al principio, un poco de pintura azul en la cara bastarían para hacerle el compañero ideal de fatigas del héroe escocés. Abrazos, What's up, Paul? How was your summer? etc., etc., etc. Me presentó a una amiga suya paulaca, o sea, de Polonia, y sin disolución de inconformidad dimos comienzo al Solemne Acto Académico de la Entrega de Llaves:
Como se ve en la foto, tenía el corazón encogido, y las lágrimas resbalaban por mi cara. Parecía que las llaves pesaran una tonelada, y la voluntad se negaba, ahora que podía a deshacerse del huerto mayúsculo que el GBD me había pasado, a cedérselas a Paul. Pero bueno, se las dí. Punto y... jajaja, seguido. Sí, señores, seguido... que esto no se acabó aquí. Lo que sigue es todavía peor (por cierto, es la primera vez que sale mi moto en el blog: es la que aparece en primer plano; Eulalia, lectores; lectores, Eulalia) (por cierto 2, ¡toma turista desprevenido que contraté para la foto, ¿eh?!).
So, Gonsalo, ¿sabes la dirección del piso?
me pregunta Paul. NPI, tío, ni idea; imagino que tú lo sabrás, ¿no? Pues no, no tenía ni pajolera idea tampoco. Alucinante. Teníamos las llaves de un piso que no sabíamos dónde estaba. Ok, pues nada, somos gente con recursos. Lo más fácil será llamar al culpable de todo esto, al GBD... lo sentimos, el móvil al que llama... Odio a esa tipa, de veras. Nada, no problem, baby, llamamos a su mujer: lo sentimos, el móvil al que llama... Jo-der, ya podían turnarse para apagar el móvil. Esto se complicaba por momentos. ¿Y Panchito? Paul, what if you call Panchito? La respuesta de Paul me recordó que este tío estaba en ese momento en algún punto entre USA y Colombia, con lo cual no sería fácil dar con él. Pues nada, menuda M. Veamos, ¿quién puede saber dónde está ese maldito piso? Paul sugirió que quizá P. pudiera saberlo (quizá sea prudente no dar más datos de las posibles personas que conocen el piso de Panchito), pero lógicamente Murphy lo tenía todo previsto, y ninguno de los dos teníamos el teléfono de P.
Pero el espíritu de Jack Bauer me invadió, y comencé a imaginar soluciones a toda leche: llamaremos a Mary Sotobigger, que tiene los teléfonos de los 6000 millones de habitantes del planeta Tierra. Dicho y hecho. Pero lo mejor es que ella sabía ¡dónde estaba el piso! Bueno, no exactamente, sé más o menos la zona... Se lo comenté a Paul, y decididamente no le moló lo de probar las llaves en un rango de 30 portales y en unas 40 puertas por portal, por lo que decidimos que mejor nos diera el teléfono de P. ¡Nooooo!, Mary debe tener todos menos justo el de P. No pasa nada, Gonzalo, lo miro en la web del IESE, que tengo aquí el ordenador. Perfecto: finalmente conseguimos el número de teléfono, llamamos y ¿qué pensáis que fue lo que escuchamos? Lo sentimos, el móvil al que llama... Sí, esa odiosa mujer otra vez. La verdad es que ya no podía más. No era mi piso. No eran mis llaves. ¡No era siquiera mi gestión...! Pero en ese momento sonó mi móvil. ¡Aha! Seguro que era el GBD o Carla, que han visto la perdida de antes. Pero no, no salía ningún número, solo decía Call. ¿Quién sería? Descolgué. ¿Sí? Una voz, al otro lado, me dijo ¿Hola? ¿Gonsalo? No se entendía muy bien, pero en cualquier caso no tenía ni idea de quién era. ¿Quién es? Y la contestación, que me dejó patidifuso: Soy PANCHITO.
Después de esto no sé cómo hay gente que sigue sin creer en los milagros. Este tío volaría en algún momento para Colombia pero ahora, justo ahora, me llamaba para ver qué tal me iba con sus llaves. Debía llamar por Skype, y por eso se escuchaba tan mal y no salía el número. Podía haberle dicho dónde pensaba introducirle las llaves cuando le conociera, pero la verdad es que me alegré tanto que casi le di un abrazo cibernético (debió fliparlo). Le pedí por favor que nos contara a su cliente y a su amo de llaves dónde estaba el jodido apartamento que trataba de alquilar porque ¡vamos!, tampoco hace falta un curso de Márketing para darse cuenta de que este es un dato necesario en este tipo de transacciones. Me lo intentaba explicar en inglés, y la verdad es que no entendía nada. Casi me echo a llorar: no podía ser, teníamos a Panchito y estábamos a punto de perderlo por mi culpa. Entonces caí en la cuenta de que también tenía a Paul Wallace a mi lado: pero tío, pilla tú el phone, que seguro que le entiendes much better que yo. Y así fue.
Sí, estimados oyentes. Por fin conseguimos la dirección dichosa. La verdad es que, después de la aventura que acabábamos de vivir, nos costaba despedirnos; a Paul, a su amiga paulaca y a mí. Paul me ha prometido que se apuntará al próximo LOW, el miércoles que viene. Así podrá dar su versión de los hechos... Y ya sabéis, si véis que el GBD se acerca con unas llaves... run away!!!

5 comments:

Unknown said...

jajaja... todavía me estoy descojonando de la risa... jaja

Anonymous said...

HACIA SIGLOS Q NO M REIA TANTO!!!!

Anonymous said...

sigo llorando de la risa....

Anonymous said...

Estás como una chota...

Por cierto, la polaca es la novia de Paul.

Dot

Anonymous said...

Good for people to know.