La verdad, llevo tiempo insistiéndole para que comience su propio blog, ya que su odisea épica en pro de los derechos de la clase media, y en contra de la burocracia y de la indefensión del consumidor es digna de ser contada... por él mismo, que es la manera de partirse de risa durante un buen rato. Pero es que el número de desgracias que le persiguen es tal que no le dejan tiempo de respirar. A manera de ejemplo, él mismo me pasó este artículo de El Mundo en el que un periodista cuenta su aciago fin de veraneo, como ejemplo que él podría suscribir al 100%. Si he conseguido que os pique el gusanillo, ya sabéis lo que tenéis que hacer: rascaros. Porque yo no soy él, y por tanto no estoy capacitado para contar esas historias; sería a lo sumo una burda imitación.
Entre las múltiples gestiones de carácter más o menos absurdo que ha tenido que llevar a cabo le he podido echar un cable en una: recoger un armario en la antigua solución habitacional que han ocupado él y su mujer durante este curso. Bueno, recogerlo o... si fuera necesario, despedazarlo. Lo que hiciera falta. Vamos, que no era un Luis XIV, sino un IKEA -con todo el respeto a la magnífica estrategia operativa de la multinacional sueca, todavía sus muebles no han obtenido la consideración de clásicos. O sea, que íbamos a saco. Aquí sólo mencionaré la gestión en sí (el ente en cuanto ente de Aristóteles), con lo que no os podréis llegar a hacer una idea cabal del absurdo tan grande que existe detrás de todo esto... Para eso, tendremos que esperar al blog de Saulo...

Y el resto, pues ya os lo podéis imaginar. Mientras fue posible, destornillador y maña; cuando no lo fue, martillo y a leches... Sencillo. Os dejo un par de instantáneas del procedimiento.
Una vez finalizado el desensamblaje y despedazamiento del armariete de marras, lo bajamos por la escalera hasta la calle, siempre seguidos de cerca por el musical gorgojeo de la risa de la actual inquilina, lo cual me llevó a plantearme llevarme su portátil junto con una de las baldas, a ver si luego se reía igual... (perdón, es mi vena Vader...).
He aquí la foto del triunfo. Realmente el tío tiene planta de carpintero, ¿eh? ¡Qué control del martillo! Cómo se le ve dueño de la situación... Además, súperequipado para la tarea, claro, con sus chinos, su camisita y los zapatos de ante marrón (no sé cómo serían los de después...). Realmente me encantaría conocer la opinión de los demás miembros del C-4, particularmente la de Víctor, sobre el vestuario escogido para la ocasión. Bueno, ya puestos, me parece que Carla también tendría algo que decir...

1 comment:
gonzalo...sube más fotos de la comida familar...seguro que tienes muy buenas, que Diego, Javi y compañía te manden
REPETICIÓN
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