Friday, August 22, 2008

La Boca de Saulón y el Señor de los Armarios

¿Habéis leído el Señor de los Anillos? Seguro que sí, de pequeñajos... Pues bien, en el último libro de la trilogía aparece un oscuro personaje, lugarteniente del malo malísimo de la saga, que se hace llamar si mal no recuerdo la Boca de Saurón, ya que efectivamente habla en su nombre. Pues bien, en este post creo que voy a hacer algo parecido, ya que me veo en la obligación de hablar en nombre de Pablo, o Saulo (cfr. NT...), y por eso lo de la Boca de Saulón del título, jejeje. Pablo es bien conocido en este blog, si bien no siempre aparece con su nombre real, por eso del copyright y de la financiación autonómica (¿?). Es más, en algún momento sus apariciones han sido temporales, viéndome posteriormente obligado a retirarlas, por aquello de no perjudicar su futuro como empresario de éxito, jejeje. Como miembro del C-4, cualquier actuación suya causa expectación -por eso en Chicago le esperan con los brazos abiertos- y suele acabar mereciendo la pena.

La verdad, llevo tiempo insistiéndole para que comience su propio blog, ya que su odisea épica en pro de los derechos de la clase media, y en contra de la burocracia y de la indefensión del consumidor es digna de ser contada... por él mismo, que es la manera de partirse de risa durante un buen rato. Pero es que el número de desgracias que le persiguen es tal que no le dejan tiempo de respirar. A manera de ejemplo, él mismo me pasó este artículo de El Mundo en el que un periodista cuenta su aciago fin de veraneo, como ejemplo que él podría suscribir al 100%. Si he conseguido que os pique el gusanillo, ya sabéis lo que tenéis que hacer: rascaros. Porque yo no soy él, y por tanto no estoy capacitado para contar esas historias; sería a lo sumo una burda imitación.

Entre las múltiples gestiones de carácter más o menos absurdo que ha tenido que llevar a cabo le he podido echar un cable en una: recoger un armario en la antigua solución habitacional que han ocupado él y su mujer durante este curso. Bueno, recogerlo o... si fuera necesario, despedazarlo. Lo que hiciera falta. Vamos, que no era un Luis XIV, sino un IKEA -con todo el respeto a la magnífica estrategia operativa de la multinacional sueca, todavía sus muebles no han obtenido la consideración de clásicos. O sea, que íbamos a saco. Aquí sólo mencionaré la gestión en sí (el ente en cuanto ente de Aristóteles), con lo que no os podréis llegar a hacer una idea cabal del absurdo tan grande que existe detrás de todo esto... Para eso, tendremos que esperar al blog de Saulo...
Lógicamente, la solución habitacional tiene un nuevo inquilino (inquilina en este caso). Se trata de una joven estudiante universitaria, la persona más simpática que os podáis echar a la cara. Estuvo francamente amable con nosotros, y nos ayudó en la pesada tarea de pulirnos el sarcófago que veis en la foto. Era tan risueña que creo que no hubiera parado de reír ni aunque le desvalijáramos Pablo y yo su casa ante sus mismísimas narices, jejeje. En fin, creo que hasta ahora ha debido tener la suerte de toparse únicamente con geste honrada (que abunda, gracias a Dios), pero me da a mí que este año este simpatiquísimo subproducto de la ESO, abandonado a su suerte en una nueva ciudad... En fin, no sé. Al final todos espabilamos, ¿no? De todos modos, Pablo le hizo un breve resumen del Manual del Consumidor Desengañado por la Vida que creo que le será de gran ayuda. A mí desde luego me está viniendo muy bien su experiencia, que aun siendo preESO estoy bastante poco curtido por la democracia...

Y el resto, pues ya os lo podéis imaginar. Mientras fue posible, destornillador y maña; cuando no lo fue, martillo y a leches... Sencillo. Os dejo un par de instantáneas del procedimiento.
Una vez finalizado el desensamblaje y despedazamiento del armariete de marras, lo bajamos por la escalera hasta la calle, siempre seguidos de cerca por el musical gorgojeo de la risa de la actual inquilina, lo cual me llevó a plantearme llevarme su portátil junto con una de las baldas, a ver si luego se reía igual... (perdón, es mi vena Vader...).

He aquí la foto del triunfo. Realmente el tío tiene planta de carpintero, ¿eh? ¡Qué control del martillo! Cómo se le ve dueño de la situación... Además, súperequipado para la tarea, claro, con sus chinos, su camisita y los zapatos de ante marrón (no sé cómo serían los de después...). Realmente me encantaría conocer la opinión de los demás miembros del C-4, particularmente la de Víctor, sobre el vestuario escogido para la ocasión. Bueno, ya puestos, me parece que Carla también tendría algo que decir...
Y ná, para acabar, una cervecita en la plaza de Artós, riéndonos como siempre de nosotros mismos, del personal circundante, y del mundo entero. Y es que suele ser algo muy sano reírse de todo. Y si no, que se lo digan a la inquilina.

1 comment:

Anonymous said...

gonzalo...sube más fotos de la comida familar...seguro que tienes muy buenas, que Diego, Javi y compañía te manden
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